miércoles, 18 de noviembre de 2009
EL IMD DE SEVILLA DESHUMANIZADO
Acabo de salir del Complejo Deportivo San Pablo, más decepcionado que enfadado. Definitivamente, esta sociedad se está quedando sin alma. Llegué, desde Brenes, por el placer de entrenar una tarde en la preciosa Sevilla, ciudad de servicios, donde se supone que el ciudadano debe ser atendido y el turista mimado.
Venía con la ilusión de hacer
En Brenes, sin embargo, un día, llegó a mi casa Iván, el repartidor del servicio a domicilio de Mercadona, y, cuando le fui a pagar, vi que no tenía suficiente; él me tranquilizó, me montó en su furgoneta de reparto, me acercó al cajero y, luego, me quiso (cosa que no acepté ya), incluso, volver a llevar a mi casa. Gracias a Dios, en los pueblos, aún, las personas tratan a las personas como personas (¿cómo se denominan las redundancias dobles?). Sin embargo, en la ciudad, un día de lluvia copiosa, te falta un céntimo para comprar el billete del autobús, y te quedas en la parada más mojado, tirado y triste “que un torero al otro lado del telón de acero” (que diría Sabina). ¡Qué pena!
Así que he cogido, de nuevo, el cercanías hacia Brenes; una vez allí, me he dirigido hacia la pista de atletismo; nadie me ha parado en la puerta, nadie me ha pedido dinero ni acreditación, nadie me ha hablado de transferencias previas; he calentado, he corrido
Sólo me queda (¡qué vengativo soy!) desear que uno de éstos que me han negado la entrada a las pistas de atletismo, algún día, se encuentren en la misma situación (que yo hoy), se tengan que fastidiar (como yo hoy), y se acuerden de mí, me comprendan y decidan actuar con más sensibilidad la próxima vez.
Y que el IMD cambie esa política.
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